Dos caras tienen la luna:
una la muestra generosa y plena,
la otra rencorosa y avara.
En los claros días de la fiesta es redondez hinchada,
alegría pura, promesa abierta, sombra girasol,
inmensa jícara ventruda que en hebras de viva luz
derrama su ventura sobre la multitud sin nombre.
Mas otra muy distinta se presenta en los días inciertos y azarosos,
entonces taciturna frunce el ceño,
muda al luto sus vestidos,
enrevesada, vuelve adentro la mirada,
y con grave luminosidad marmórea
cubre pueblos, campos y ciudades.
Luna:
adversa amiga
sombra oída
ciudad deshabitada
virgen promiscua
semilla estéril
gota alada
nube turbia
tormento suave
estrella de blancos huesos.
Luna de doble faz, yugo que das contento,
déjame mirarme en tu bruñido espejo de plata,
ampárame al cobijo de tu luz oblicua.
se mi guía mientras vago errado
por los mares donde flotan las naves del deseo.
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